Más que música es una apuesta que nace en la Universidad Distrital por realizar una concientización por aquello que, de común acuerdo conmigo mismo y con mi entorno social, acepto como favorable y decido escuchar.
Nuestro objetivo con este filminuto es evidenciar, cómo la música configura los rasgos de identidad en la llamada “cultura de masas”. Centrados en las ideas de Jesús Martín-Barbero, la propuesta se enfoca en crear una serie de choques, los cuales extraigan a las personas de la zona de confort “cultural” en la que comúnmente se encuentran, para intentar evidenciar los discernimientos en la configuración de la identidad entre personas que presencian diferentes tipos de manifestaciones de la vida social construida por todos a través del discurso.
Según
las ideas del autor anteriormente mencionado, la música es fuente fundamental
de la configuración del comportamiento, por lo cual, es una poderosa
herramienta mediática, usada en la comunicación para establecer roles sociales
específicos, así por ejemplo, se reconoce a la sociedad dependiendo del tipo de
mediación que manejan públicamente, en este sentido, se distinguen tres tipo de
“culturas”: folclor, cultura popular (cultura de masas) y cultura elitista.
La
industria cultural entiende este tipo de diferencias y hace uso de la música
popular, masiva y mediatizante para generar una globalización comercial de lo
que se denomina “culturas mediatizadas”: una manera de vender perspectivas de
mundo. Esto nos invita a reflexionar acerca de qué ocurriría si dos culturas
diferentes chocan simbólicamente.
Con
nuestra propuesta queremos generar esa pugna para crear espacios de
desequilibrio en cierto contexto, que nos invite a pensarnos de manera distinta
frente a la forma como nos definen los medios. Pero vale hacer la aclaración de
que no es nuestro objetivo vulnerar ningún tipo de contexto, mas bien queremos
yuxtaponerlo para generar una herramienta pedagógica de reflexión, que nos
sirva para hacer de todos los medios, medios fríos desde el punto de vista de
Mcluhan, es decir, medios, los cuales no se sobrepongan en nuestra propia
incidencia comunicativa y cultural, sino que nos den la oportunidad de
establecer pautas re-flexivas en la pre-ocupación de nosotros mismos para
configuración a la que se anhele por convicción propia.
Los roles sociales y las relaciones de poder
como Foucault lo propone, tendrían un giro inesperado si los “distintos
choques” que se presentan, se tomaran como parte constituyente de la cultura,
en lugar de “opuestos”, se generaría crecimiento común con ayuda del discurso,
si aceptáramos que no es lo mismo lo contrario que lo contradictorio. Las
pugnas y los problemas sociales no nos afectarían tanto si comprendiéramos la
importancia de formarnos a partir de elementos elaborados para nuestro
pensamiento (no de los mediatizados), y si comprendiéramos que los “otros” tipos de configuración son otra forma de realidad
que hace parte de nuestro ambiente común.
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